miércoles, 30 de enero de 2008

Deseo oculto

Hace años pasé una temporada muy enfermo y tuve que pasar varios meses en un hospital. Como en mi familia hemos sido siempre pobres y mi enfermedad requería cuidados bastante caros, mis padres tenían que trabajar todo el día e incluso pluriemplearse para poder pagar el tratamiento y la estancia en el centro.
Así pues, fue una época en que no podía ver a mi familia tan a menudo como hubieramos querido y, para pasar el rato mi mejor amigo venía a verme al salir de clase y contarme lo que había pasado en el colegio y los pequeños chismes que iban apareciendo como que a Nico lo habían pillado fumando en el lavabo o Marc se había estado morreando con Sandra en el descanso entre Socis y Mates.

Poco a poco, con la llegada del calor y los días más largos, Jorge se podía quedar hasta más tarde y nuestras conversaciones de críos de 15 años se iban haciendo más íntimas. Le gustaba explayarse en sus deseos más lascivos, me recitaba de memoria el volumen de los pechos de Sandra, los bañadores de Judith y cómo se dejaban tocar cuando, en la playa, hacían castillos dentro del agua.
Se notaba que iba a acabar su discurso porque siempre se ponía colorado de la excitación y entonces yo me reía. Me hacía mucho bien y él se daba cuenta. Luego me preguntaba a mí por mis fantasías, pero siempre me mostraba reacio a contarle cual era mi deseo oculto aunque él me insistía una y otra vez.

Al final del verano ya me sentía mejor, tenía permiso de los médicos para poder levantarme y podía incluso pasear por el pasillo de su mano. Una tarde de principios de setiembre, después de que Jorge decidiera no ir a la playa con Judith para venir a hacerme compañía, esperé a que le entraran ganas de mear y me acerqué a la puerta del baño. Él estaba de espaldas a mí y cuando se dio cuenta de que estaba de pie apoyado en la puerta me miró y me preguntó si me pasaba algo, mi cara estaba roja como un tomate.

Mi deseo, dije, ahora está al aire libre.

1 comentario:

Takezo Sensei dijo...

muy bueno borja Mari, luego en privado te doy mi telléfono, creo que tenemos que hablar